jueves, 1 de diciembre de 2011

La bella muerte de Macedonio Fernández


Cuando en 1920 Elena de Obieta muere, para Macedonio Fernández -su pareja-, esa muerte fue el inicio de una vida: La de la conciencia que escribe buscando matar aquella muerte. De eso tratan varios poemas suyos. Y también, desprolijamente, estas líneas.


Macedonio Fernández ha sido conocido como poeta de culto. Borges -veinticinco años menor que aquél- nos lo figuró en varias anécdotas de reuniones vanguardistas que tenían lugar en el bar La Perla de Plaza Once, y en las que se destacaba Macedonio, no precisamente por su vanidad, sino por la humildad socrática del "sólo sé que no sé nada". El mismo Borges confesó haberlo plagiado en los temas que luego plasmaría en sus cuentos.

"Yo sentía: Macedonio es la metafísica, es la literatura. Quienes lo predicieron pueden resplandecer en la historia, pero eran borradores de Macedonio, versiones imperfectas y previas. No imitar ese cánon hubiera sido una negligencia increíble".

Jorge Luis Borges, a los 22 años cuando conoció a Macedonio - Buenos Aires 1921

Manera de la psique sin cuerpo

Había nacido en 1874, en Buenos Aires, y era amigo del padre de Jorge Luis Borges. La abogacía fue su ocupación terrenal, juntamente a otros quehaceres como el de cantor, guitarrista, lector y pensador. Al despuntar el siglo XX estaba enrolado en los cículos vanguardistas pero fue, esencialmente -hasta su muerte ocurrida en 1952-, un autodidacta. Y un inconformista.

"Aparento creer que la Luna se muestra cada noche siguiente a una de ocultación. Me impresiona como que así colmo su vocación poética. Si además de yo y el lector hay otros astrónomos en el mundo, convenzámoslos de imponer unánimes en el cielo una reforma afortunada; después de una Psicología No Pasiva, una Astronomía No Pasiva, que no deje, en el Cielo, todo como esté; no ha de consentírseles a esas bultosas masas astrales moverse sin significarnos nada por donde quieran, despacio o velozmente como quieran; hay que consumar la crítica de la Contingencia o Mundo por Psicologías o Astronomías Constructivas. En tren de recomendar, recomiéndese también una Psiquiatría Constructiva que procure a cada uno el grado y tipo de locura que ayude a vivir ilusionado."
(Nota al Poema al astro de luz memorial)

La poesía, la filosofía idealista y el humor absurdo se mezclan y confunden en la obra de Macedonio. Algo de eso hubo en sus colaboraciones a diversas revistas de los años '20: "El Progreso", "Martín Fierro", "Proa" (Cofundada con Borges) y "Papeles de Buenos Aires". Pero fue en su teoría poética donde Macedonio Fernández logró expresar sus nociones sobre la estética y la creación artísticas.

"Belarte"

"La máxima esperanza de Poesía es que el mundo (la Contingencia) sólo exista por consentimiento de la Conciencia en su naturaleza de amor, que como tal vive de lo idéntico y por ello aquiesce a ese modo de la idéntico que es la regularidad, la uniformidad. [...] Mi poemática del Pensar intentará la transcripción de lo que pasa en la conciencia en los momentos en que acepta emocionalmente un mundo doloroso del darse real; pero la poesía está en cada uno de estos actos de consentimiento."
(Poema de poesía del pensar)

Como cultor de un "arte conciencial", Macedonio prefirió la emoción antes que la sensación. Por eso rechazó en la poesía la versificación sensorial, es decir, los elementos de lo que él llamaba "arte culinario": el ritmo, las onomatopeyas, la consonancia, la sonoridad. Por el contrario, nombró como "Belarte" (anagrama de Bellas Artes) al arte puro.

"Artista es el que transmite de algún modo esos momentos concienciales, describe, historia un momento de aceptación de la contingencia no antes querida por el alma." 
(Poema de poesía del pensar)

La poesía para Macedonio sirve al conocimiento. Es un modo de acceso a éste y, por ende, también a la belleza. Incluso en la muerte.

Muerte es beldad

"Y soy tan sólo ese dolor, soy Ella,
soy Su ausencia, soy lo que está solo de Ella;
mi corazón mejor que yo lo ordena."

(Cuando nuestro dolor fíngese ajeno)

Si bien la melancolía aparece en este poema, en "Elena Bellamuerte" Macedonio habla de una niña que juega a esconderse para que su madre la reclame con más ternura.

"No eres, Muerte, quien por misterio
pueda mi mente hacer pálida
cual eres ¡si he visto
posar en ti sin sombra el mirar de una niña!"
(Elena Bellamuerte)

El poema es un argumento de la negación de la muerte de Elena, donde su ausencia es una manera de hacerse querer más. Es decir que desde la muerte se llega a la beatitud de la pasión.

"invento de pasión quisiste esta partida
[...]
En tu frente un fin de ola se durmió
por caricia y como en fantasía
de serte compañía
y de mostrar que allí
ausencia o Sueño pero no muerte había.
[...]
Muerte es Beldad.
Mas muerte entusiasta
partir sin muerte en luz de un primer día
es Divinidad."
(Elena Bellamuerte)

Por sus detalles formales (como el uso de mayúsculas, de arcaísmos y la mezcla de tonos coloquiales y cultos), "Elena Bellamuerte" es un exponente principal del barroco contemporáneo. Había estado perdido más de veinte años -al igual que el propio Macedonio, que descuidó su carrera de abogado y sus escritos en las pensiones en que se alojaba-, hasta que fue publicado por la revista "Sur" en 1941. El tema del Amor y de la Muerte (con mayúsculas para Macedonio) tuvieron en Elena de Obieta al hecho artístico permanente del poeta.

"La Muerte no es la Nada, sino que nada es.
El Nacer no es la Vida, sino que nada es.
Equivócase, por terrenal, el Corazón si te llora
pues en nuestra Mente estás, y estuviste antes de sernos visto.
En nuestra mente todo lo que eres, está
pues nunca estuviste sino en nuestra mente."
(La muerte no es la nada)

Finito

Y si el triunfo de la pasión sobre la muerte pareciera el punto especial para dar término a estas líneas, vamos a decepcionarnos.
¿Acaso Macedonio diría que hay finito? ¿Por qué no lo piensa, lector? A Macedonio, sí.
En todo caso, si le sirve, échele una mirada a la receta del maestro y practique como le salga:

"Un 10 % de demencialidad , euforia y analgesia por mitades, que nos deshorrorice algo el vivir, que nos desperfile la fiereza del encaramiento que nos pone la Vida; en lugar de perder el tiempo en inútiles clasificaciones forzadas y ya que nada curan de la perfecta salud mental, lucidez que es una condena, súplannos una dosificación útil de demencia."
(Nota al Poema al astro de luz memorial)



Papeles de Macedonio

La obra escrita de Macedonio Fernández estuvo dispersa hasta los años '60. En vida llegó a publicar cinco textos: No todo es vigilia la de los ojos abiertos (1928), Papeles de Recienvenido (1929, cuya segunda parte -Papeles de Recienvenido. Continuación de la nada- data de 1944), Una novela que comienza (1941) y el poemario Muerte es beldad (1942). Más tarde aparecieron los textos que la pereza de Macedonio por editar nos había escamoteado, especialmente sus ideas teóricas sobre los géneros puros del "Belarte": La Metáfora o Poesía, la Humorística conceptual y la Prosa del personaje o Novela. Así, como literato Macedonio expuso su pensamiento en Doctrina estética de la novela, Para una teoría del arte, Poema de poesía del pensar y el sugestivo texto Poema de trabajos de estudios de las estéticas de la siesta (en busca de la Metáfora de la Siesta). La editorial Corregidor publicó sus Obras Completas en 1987.

Macedonio según Borges

“A Macedonio le gustaba recopilar pequeños catálogos de personas con talento, y en uno de ellos me sorprendió encontrar el nombre de una adorable dama de nuestro conocimiento, Quica González Acha de Tomkinson Alvear. Quedé perplejo. Nunca pensé que Quica se contaba entre Hume y Schopenhauer. Pero Macedonio dijo: Los filósofos han tenido que tratar de explicar el universo, mientras que Quica simplemente siente y lo comprende.
Una vez le preguntó: Quica, ¿qué es Ser? Quica respondió: No sé lo que querés decir Macedonio. ¿Te dás cuenta?, me dijo, lo entiende tan perfectamente que ni siquiera comprende el hecho de que estemos desconcertados. Esta era su prueba de que Quica era una mujer talentosa. Cuando más tarde le dije que entonces tendría que decir lo mismo de un niño o de un gato, Macedonio se enojó.”


Macedonio ficcional

Fieles a la idea del poeta de que todo lo pensable es, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Ricardo Piglia concibieron, cada uno por su lado, relatos de un Macedonio ficcional. Vamos a deleitarnos con esos fragmentos.
Borges hace aparecer a Macedonio en el texto "Diálogo sobre un diálogo", perteneciente a "El Hacedor". Dice así:

A.- Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo.
Z.- (burlón).- Pero sospecho que al final no se resolvieron.
A.- (ya en plena mística).- Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
(El Hacedor)

Por su parte, Leopoldo Marechal, en “Adán Buenosayres”, comenta burlonamente a través de uno de sus personajes -Samuel Tesler-, el almismo ayoico; la premisa de Macedonio sobre la individualidad a partir de la lectura. Ese fragmento es el que sigue:

Lo que no puedo entender es cómo nuestro gran Macedonio, viviendo en Buenos Aires, ha podido llegar a esta sorprendente conclusión metafísica: «El mundo es un almismo ayoico.» ¡Dios le perdone los neologismos! Yo, en las mismas circunstancias, hubiera llegado a otra muy diferente.
-¿A cuál? -preguntó el visitante.
-A la que sigue, redonda, musical y significativa: «El mundo es un yoismo al pedo.» " 
(Adán Buenosayres)


Finalmente, la figura de Macedonio es central en “La ciudad ausente” de Ricardo Piglia, quien hace decir a Russo, el inventor de La Máquina lo que sigue:

En ese entonces yo estaba casado y mi mujer se hizo enseguida muy amiga de Macedonio, porque él era cortés y atento con las mujeres, un hombre seductor, amable, inteligentísimo, eso se lo van a confirmar todos los que lo conocieron. Una inteligencia de primera clase, instantáneamente captaba las paradojas, las tautologías, me acuerdo que uno de las primeras cosas que me dijo fue que le interesaba William James porque investigaba la creencia. En general, me dice, los filósofos se interesan por las tautologías (o sea, las matemáticas y la lógica formal) o por las evidencias (los hechos y las verificaciones) y no por la realidad ausente. Me parece oírlo, con esa voz suave, firme.
-La ausencia es una realidad material, como un pozo en el pasto.
Muerte Elena, él ya no podía vivir y sin embargo seguía vivo.
(La ciudad ausente)

Estos tres escritores recrean verosímilmente algunos rasgos de Macedonio Fernández desde la ficción literaria, como homenaje a ese genio único.

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