miércoles, 30 de noviembre de 2011

Che Guevara economista

La letra Che

Su obra escrita contiene varios artículos periodísticos, discursos y conferencias en demasía, diarios y cartas de momentos memorables de su lucha revolucionaria. Todo con su letra «de médico» y su lenguaje directo. El Che hizo una obra completa, a pesar de que se piense lo contrario: fue coherente consigo mismo. Su pensamiento económico refleja esa vibración de organizar una vida nueva, profundamente humana y comprometida con el futuro. Fue el «hombre nuevo» sobre el que varias veces escribió: la persona liberada de su enajenación, que construye conscientemente su propio porvenir, su propia libertad. Y, como tal, no estuvo ajeno al ánimo de polémica, en momentos en que había que construir un modelo socialista de desarrollo, original y sin recetas preestablecidas. Desde esa óptica Guevara fue un marxista heterodoxo, un pensador en prueba, porque las ideas no debían reducirse a lo teórico para ser verdaderas.
Nos introduciremos en los planteos y posiciones económicas del Che Guevara -a través de una selección de sus escritos y discursos- durante los años que le tocó estar al frente de la administración revolucionaria de Cuba.

Nueva economía para una nueva sociedad
 
El desempeño de Ernesto Guevara como hombre público de la Revolución Cubana tuvo distintas facetas. Fue fundamentalmente un autodidacta: médico de la guerrilla, estratega de la guerra irregular, ministro de Estado. Su labor intelectual consistió en teorizar tanto el proceso de la toma del poder como el posterior tránsito al socialismo. Así, asumió un rol fundamental en la diagramación económica de los primeros años de la Revolución. Estuvo al frente de tres carteras: el Departamento de Industrias del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) en enero de 1959, la presidencia del Banco Nacional de Cuba a partir de noviembre del mismo año, y el Ministerio de Industrias desde febrero de 1961. En ellas el Che Guevara supo darle al aspecto técnico-económico de la producción la función ideológica que la nueva sociedad debía asumir.
"Porque el socialismo, en esta de etapa de construcción del socialismo y comunismo, no se ha hecho simplemente para tener nuestras fábricas brillantes. Se está haciendo para el hombre integral. El hombre debe transformarse conjuntamente con la producción que avance, y no haríamos una tarea adecuada si solamente fuéramos productores de artículos, de materias primas, y no fuéramos a la vez productores de hombres."

Discurso pronunciado en la clausura del seminario «La juventud y la revolución», 1960 
 
Esta certeza en forjar "productores de hombres" fue un tema permanente en los escritos y discursos del Che. La reflexión estaba centrada en todas las acciones posibles que permitieran una actitud comprometida con el presente revolucionario que estaba construyéndose por esos años. Esa convicción era totalmente diferente a las experiencias del pasado capitalista, pues contenía una nueva consideración del trabajo.
"Al entrar en una sociedad nueva no puede considerarse el trabajo como la parte negra de la vida, sino todo lo contrario. Tenemos que caminar sobre una base fundamental: hacer del trabajo una necesidad moral, una necesidad interna; ese tiene que ser el proceso educativo de los años que vienen. Es necesario que se quite el aspecto erróneo -propio de una sociedad explotadora-, de que el trabajo es la necesidad desgraciada del hombre, y aparezca el otro aspecto del trabajo, como la necesidad interna del hombre."
Discurso pronunciado en la entrega de premios a obreros más destacados, 1962
Guevara entendía que la moral capitalista debía superarse y que, para ello, el socialismo no era un mero sistema económico. Su concepción revolucionaria se proyectaba hacia una visión más amplia del fenómeno humano: una ética comunista. Es por eso que la construcción de la nueva sociedad debía ser una labor humana completa -material y, a la vez, ideológica-.
"El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Uno de los objetivos fundamentales del marxismo es hacer desaparecer el interés, el factor "interés individual" y lucro, de las motivaciones psicológicas. Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su traducción en la mente. Él llamaba eso un «hecho de conciencia». Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria [...] El comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción."
Entrevista con Jean Daniel, 1963 - Reuniones bimestrales, 21/12/1963
Como crítico del modo de vida y de las valoraciones que el capitalismo propone, el Che Guevara consideró que, dentro de la revolución, la acción individual debía resignificarse, para asumir una actitud nueva, conciente, plena, ajena a la indiferencia individualista, y guiada hacia un objetivo social.
"No podemos decir simplemente que el trabajador trabaja porque si no trabaja no come. En la sociedad socialista, o en la construcción del socialismo, el trabajador trabaja porque es un deber social. Tiene que cumplir su deber social. [...] No es lo que él tiene que hacer para ganar un salario, sino que es lo que tiene que hacer por el deber social ante la colectividad que le ofrece, mediante un salario, mediante las prestaciones sociales -que cada día abundan más-, la oportunidad de vivir, de vestirse, de educar a sus hijos, de adquirir cultura y de realizarse cada vez más como individuo humano".
Comparecencia ante la TV sobre las normas de trabajo y la escala salarial, 26/12/1963 -Discurso pronunciado en la graduación en la escuela de administradores «Patricio Lumumba», 2/8/1964
El trabajo voluntario

El Che Guevara organizó y dio fundamento en Cuba al trabajo voluntario, que ya Lenin había analizado en los inicios de la Revolución Rusa. En oposición a la "conciencia de riqueza" -típica del lucro capitalista-, el Che lo instrumentó para formar una riqueza de conciencia. Así lo definió:
"¿Por qué insistimos tanto en trabajo voluntario? Económicamente significa casi nada; los voluntarios incluso que van a cortar caña, que es la tarea más importante que realizan desde el punto de vista económico, no dan resultados [...] Ahora lo importante es que una parte de la vida del individuo que se entrega a la sociedad sin esperar nada, sin retribución de ningún tipo y solamente en cumplimiento del deber social. Allí empieza a crearse lo que después, por el avance de la técnica, por el avance de la producción y de las relaciones de producción, alcanzará un tipo más elevado, se convertirá en la necesidad social."
Discurso en el ministerio de industrias, 9/5/1964
Sin embargo, el propio Che dio cuenta de las falencias que tuvo su implementación, a causa de la permanencia de hábitos de la vieja sociedad capitalista durante la transición al socialismo. El trabajo voluntario debía fortalecer las condiciones subjetivas de la producción, tanto personales como colectivas.
"Que el hombre sienta la necesidad de hacer trabajo voluntario es una cosa interna, y que el hombre sienta la necesidad de hacer trabajo voluntario por el ambiente, es otra. Las dos deben estar unidas. El ambiente debe ayudar a que el hombre sienta la necesidad de hacer trabajo voluntario, pero si es solamente el ambiente, las presiones morales, las que obliguen a hacer al hombre trabajo voluntario, entonces continúa aquello que mal se llama la enajenación del hombre. Es decir, no realiza algo que sea una cosa íntima, una cosa nueva, hecha en libertad y que no sigue esclavo del trabajo. Y entonces pierde mucho el trabajo voluntario, y eso nosotros lo vemos, alguna gente lo hace, algunos en esos últimos días quieren saber las horas que tienen, si fulano o mengano tantas, si no cumple las 240 horas. No hemos sido capaces de darle el contenido que debe tener."
Reuniones bimestrales, 5/12/196

El plan económico del Che
El aporte original de Ernesto Guevara a la planificación socialista fue el Sistema Presupuestario de Financiamiento de 1963-1964. Constituyó esencialmente el primer ensayo de economía estatal del país. Sin embargo, el proceso previo a su formulación se inició desde la asunción del Che como hombre del gobierno. En efecto, la política de intervenciones y nacionalizaciones de la Revolución Cubana contuvo una fuerte intención industrialista.
"Se previó que el dar a los campesinos sus tierras, aumentar los mercados y aumentar la producción agrícola, traería aparejada la necesidad de industrias para recoger las materias primas creadas y, además, industrias para hacer los nuevos artículos de consumo que esa masa que ingresaba en el mercado necesitaría".
Conferencia en el ciclo «economía y planificación» de la universidad popular, 30/04/1961
La elaboración del Sistema Presupuestario de Financiamiento expuso una coherente adaptación a las necesidades de la isla: el tránsito al socialismo se inició desde una economía neocolonial y subdesarrollada -donde las corporaciones extranjeras habían implantado técnicas y sistemas centralizados-, juntamente con el análisis de las prácticas que los países socialistas desarrollaban por ese entonces.
"Nosotros planteamos aquí un sistema centralizado de la dirección de la economía, con un control bastante riguroso de las empresas; pero además con un control consciente de los directores de empresas y considerar el conjunto de la economía como una gran empresa, y tratar de establecer la colaboración entre todos los participantes como miembros de una gran empresa -en vez de ser lobitos entre sí-, dentro de la construcción del socialismo. [...] Podemos decir pues que, como técnica, el antecesor del sistema presupuestario del financiamiento es el monopolio imperialista radicado en Cuba, y que había sufrido ya las variaciones inherentes al largo proceso de desarrollo de la técnica de conducción y control que va desde los albores del sistema monopolista hasta nuestros días, en que alcanza sus niveles superiores".
Reuniones bimestrales, 21/12/1963 - Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero 1964
El criterio del Che Guevara en el sistema redefinió el papel de la banca y la empresa en el diseño de las nuevas relaciones económicas, buscando eliminar los mecanismos y categorías capitalistas y sus manifestaciones ideológicas. Sus planteos fueron pioneros en la materia y, a la vez, generaron cuestionamientos de parte de los defensores del modelo soviético (llamado de "autogestión financiera"), especialmente en torno a la aplicación de la ley del valor en economías de tránsito al socialismo.
"En los países socialistas la empresa tiene un crédito bancario, recibe el dinero, fabrica con el dinero que recibe, vende su producción, entrega después al Estado parte de esa ganancia y una parte se la reserva para su distribución interna. La diferencia es que nosotros hacemos que la empresa no venda, sino que simplemente entregue productos y se premia directamente a los obreros a través del Estado [...] En nuestro sistema el banco suministrará a las empresas las cantidades de dinero asignadas por el presupuesto; estando ausente el interés, puesto que no existe relaciones de crédito en estas operaciones."
Conferencia en el ciclo «economía y planificación» de la universidad popular, 30/04/1961 - Consideraciones sobre los costos, junio de 1963
En cuanto al sistema salarial heredado por la Revolución, éste contenía enormes desproporciones tarifarias y salariales para las mismas ocupaciones, además de la inexistencia de normas laborales. El Che, como economista, organizó una escala de ocho niveles, cuyas tarifas estaban determinadas no sólo por el dinero sino también por el grado de calificación.
"Nosotros exigimos una calificación mayor de los trabajadores. Apelamos a la conciencia de los trabajadores –es nuestro deber-, y se responde en general a ese llamamiento pero, además, hay que tomar medidas de tal índole que aseguren que la calificación sea realmente un imperativo de carácter económico. De tal manera que el trabajador no podría llegar nunca a recibir un salario superior al de la tarifa inmediata a la que él tiene, en la que él está calificado, por más que sobrecumpla las metas de producción."
Comparecencia ante la TV sobre las normas de trabajo y la escala salarial, 26/12/1963
Junto a la retribución monetaria, Guevara agregó a su concepción económica los estímulos -materiales y morales-, y la emulación. Los estímulos materiales eran individuales y colectivos, como ser el pago de primas por sobrecumplimiento de tareas, becas para hijos de trabajadores, o microinversiones para mejorar la tecnología y la productividad. También existieron desestímulos salariales para los directores de las unidades productivas cuando no se alcanzaban las metas de producción convenidas. Sobre los estímulos morales y la emulación, el Che consideró que:
"No hay que caer tampoco en el espejismo de considerar que el estímulo moral es el centro del Sistema Presupuestario [...] es la conjunción del estímulo material correctamente aplicado y del estímulo moral, dándole un énfasis cada vez mayor al estímulo moral, a medida que se va avanzando en las condiciones [...] La emulación es una competencia fraternal. ¿Para qué? Para que todo el mundo aumente la producción. [...] No es sólo trabajo la construcción del socialismo; no es sólo conciencia la construcción del socialismo. Es trabajo y conciencia [...] La emulación tiene que cumplir estas dos metas. Es decir, esas dos funciones."
Reuniones bimestrales, 22/02/1964 - Discurso pronunciado en la plenaria nacional azucarera, 13/04/1962
A la saga del plan económico guevarista, las funciones de control pivoteaban sobre las conexiones entre producción, conciencia y deber social. A través de ellas el Che economista fomentó las bases materiales del socialismo.
"Las normas de trabajo y de salario, las escalas de salarios, no se hacen para dar más, no se hacen sólo para igualar mejor las normas básicas de salarios; se hacen también para poder detectar y distinguir a los mejores y detectar y castigar, mediante el salario, a los peores, a los que no son capaces de cumplir con su deber [...] La acción del Partido de vanguardia es la de levantar al máximo la bandera opuesta, la del interés moral, la del estímulo moral, la de los hombres que luchan y se sacrifican y no esperan otra cosa que el reconocimiento de sus compañeros".
Discurso pronunciado en el acto homenaje a trabajadores y técnicos más destacados en el año 1962
Las limitaciones del plan fueron señaladas por el propio Guevara: inmadurez, falta de cuadros suficientemente capacitados, ausencia de un dispositivo que facilite la planificación centralizada, burocratismo. Al retirarse de las funciones del Estado cubano en 1965 –a través de las conocidas Cartas de Despedida-, las gestiones posteriores profundizaron situaciones que hicieron inviable la continuación del plan económico del Che. A esas conclusiones arribó Fidel Castro a inicios de los años ’70:
"El salario se desvincula de la norma en 1968. Se estimulaban los horarios de conciencia y la renuncia al cobro de horas extras [...] Al no tomarse en cuenta la retribución con arreglo al trabajo, el exceso de dinero circulante se incrementó notablemente ante una escasez de oferta de bienes y servicios, lo que creó condiciones favorables y el caldo de cultivo para el ausentismo y la indisciplina laboral".
Informe central al 1º congreso del partido comunista cubano, 1971
Con todo, Ernesto Guevara mantuvo una posición de rechazo a los conceptos y las relaciones mercantiles en la vida social y económica. Fue anticapitalista, polemista con la "autogestión financiera" y, como ministro de Estado, diagramó estrategias que allanaran la posibilidad de la sociedad comunista. Creyó en ella. E hizo tanto como lo creía.
"El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos."
El hombre y el socialismo en Cuba, 1961

La vocación internacionalista
El Comandante Guevara siempre expuso una visión crítica sobre la situación de los países subdesarrollados, tanto en sus escritos como a través de las intervenciones en foros nacionales e internacionales. Ese análisis proyectó también la historia de las zonas periféricas, y las secuelas económicas resultantes del desarrollo del capitalismo mundial.
"Todos tenemos un denominador común: somos países de monoproducto, y tenemos también el denominador común de ser países de monomercado [...] el imperio nos dividió en países productores de café, de cobre, de petróleo, de estaño o de azúcar, y así nos dividió también en países que competían por un mercado en un solo país, bajando constantemente 1os precios para poder, más fácilmente, derrotar uno a uno a esos países."
Discurso de despedida a las brigadas internacionales de trabajo voluntario, 30/09/1960
Su vocación internacionalista contempló la denuncia, sin pelos en la lengua, de las maniobras políticas y económicas de los Estados Unidos sobre América Latina. En su viaje por América, el Che había tenido experiencia directa de la invasión yanqui a Guatemala, cuando fue derrocado el gobierno de Jacobo Arbenz -de tendencia socialista-, en 1954. Por eso su postura contra el imperialismo fue, también, directa.
"Los Estados Unidos sí intervienen; lo han hecho históricamente en América. Cuba conoce desde fines del. siglo pasado esta verdad, pero la conocen también Colombia, Venezuela, y la América Central en general, México, Haití y Santo Domingo. En años recientes, además de nuestro pueblo, conocen de la agresión directa Panamá, donde los ‘marines’ del Canal tiraron a mansalva sobre el pueblo inerme; Santo Domingo, cuyas costas fueron violadas por la flota yanqui para evitar el estallido de la justa ira popular, luego del asesinato de Trujillo; y Colombia, cuya capital fue tomada por asalto a raíz de la rebelión provocada por el asesinato de Gaitán"
Discurso del 11 de diciembre de 1964 ante la XIX asamblea general de las Naciones Unidas.
Donde no ocurría la agresión militar, el dominio económico de las entidades financieras internacionales se imponía en los países periféricos, bajo la complicidad de los gobiernos locales y, también, de la OEA y la ONU. En esas circunstancias, Guevara señaló a la deuda externa como la traba insalvable para el desarrollo de la región.
"El Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, el GATT y, en nuestra América, el Banco Interamericano de Desarrollo son ejemplos de organismos internacionales puestos al servicio de las grandes potencias capitalistas, fundamentalmente del imperialismo norteamericano [...] Resulta inconcebible que los países subdesarrollados, que sufren las enormes pérdidas del deterioro de los términos del intercambio, que a través de la sangría permanente de las remesas de utilidades han amortizado con creces el valor de las inversiones de las potencias imperialistas, tengan que afrontar la carga creciente del endeudamiento y de su amortización, mientras se desconocen sus más justas demandas. La delegación de Cuba propone que, hasta tanto los precios de los productos que exportan los países subdesarrollados no hayan alcanzado un nivel que les restituya de las pérdidas sufridas en la última década, se suspendan todos los pagos por concepto de dividendos, intereses y amortizaciones".
Conferencia mundial de comercio y desarrollo de la ONU, Ginebra, 25/03/1964
A la hora de cargar tintas sobre las responsabilidades económicas que les cabía a los Estados Unidos y a la Unión Soviética, el Che demostró su solidaridad con los pueblos del Tercer Mundo y, a la vez, una original distinción como diplomático en plena "guerra fría". Ello le valió las polémicas con la Alianza para el Progreso y con los países socialistas, acerca de sus relaciones con los países subdesarrollados.
"Se insiste en solucionar los problemas de América a través de una política monetaria en el sentido de considerar que son los cambios monetarios los que van a cambiar la estructura económica de los países, cuando nosotros hemos insistido en que solamente un cambio de la estructura total -en las relaciones de producción-, es lo que puede determinar que existan de verdad condiciones para el progreso de los pueblos [...] El desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de su liberación, debe costar a los países socialistas. [...] No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o está construyendo el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufre la opresión imperialista."
Conferencia de Punta del Este, 1961 - Discurso pronunicado en el II seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965

El Che polemista de la "autogestión financiera"

Cuando el Che fue ministro existían en Cuba dos sistemas de gestión: el de financiamiento -propiciado por Guevara-, y el de autogestión financiera (también llamado "cálculo económico"), adoptado en los países de Europa del Este. Ambos coexistieron en distintas áreas de la economía de la isla, pero pronto aparecieron planteos encontrados que, en el caso del Che ministro, fueron publicados en "Sobre el sistema presupuestario de financiamiento", "La banca, el crédito y el socialismo", y también en "La planificación socialista, su significado". Todos tienen ánimo de polémica. Ya en agosto de 1959, a meses del triunfo de la Revolución Cubana, el Che había comenzado a tomar posición crítica sobre la implementación del llamado "socialismo real":
"Cuando me preguntaron en una amable reunión de sobremesa, mi opinión sobre el sistema yugoslavo; [dije] peligroso porque la competencia entre empresas dedicadas a la producción de los mismos artículos, introduciría factores de desvirtuación de lo que presumiblemente sea el espíritu socialista. Esos fueron mis planteamientos exponiendo al mismo tiempo un ejemplo práctico de los males que podría acarrear, en mi concepto, el sistema."
Yugoslavia, un pueblo que lucha por sus ideaes, agosto de 1959
En esa búsqueda de lo que "presumiblemente sea el espíritu socialista", el Che teorizó y diferenció su posición en los siguientes aspectos: el concepto de empresa y del proceso productivo, el uso de dinero, las normas de trabajo y, por último, la vigencia de la ley del valor. Sobre el primer punto, el criterio de diferencia era técnico-económico:
"Para nosotros una empresa es un conglomerado de fábricas o unidades que tienen una base tecnológica parecida, un destino común por su producción o, en algún caso, una localización geográfica limitada; para el sistema de «cálculo económico», una empresa es una unidad de producción con personalidad jurídica propia."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964
Es decir que el Che no entendía a cada establecimiento productivo como una empresa, sino que la combinación de cada uno de ellos confluía en la única empresa –el Estado-, a través de una política centralizada. Empresa sería sinónimo a rama de producción. Eso daba fundamento a un circuito de producción distinto del capitalista:
"Nuestro concepto fundamental es que en todo este proceso el producto va adquiriendo valor por el trabajo que se ejerce sobre él, pero no hay ninguna necesidad de relaciones mercantiles entre las empresas; simplemente los contratos de entrega y las correspondientes órdenes de compra, o el documento que deba exigirse en el momento dado, significan la sanción de que se ha cumplido con el deber de producir y entregar determinado producto"
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964
A ello confluía también el rol asignado al dinero en cada tipo de gestión. El Che entendía el uso del dinero como referente económico dentro de la transición al socialismo, esto es, como dinero aritmético, cuya función era específica:
"En nuestro sistema sólo opera como dinero aritmético, como reflejo, en precios, de la gestión de la empresa que los organismos centrales analizarán para efectuar el control de su funcionamiento."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964
Esta utilización no era caprichosa sino que tenía antecendentes en Cuba a través de las técnicas del sistema monopolista. Éstos utilizaban dinero aritmético entre sus establecimientos a fin de evitar gastos innecesarios. Quedaba, asimismo, el uso del dinero como medio de circulación entre el Estado y el pueblo consumidor, particularmente en el pago de salarios:
"Consecuentemente con la forma de utilizar el dinero, nuestras empresas no tienen fondos propios [...] Lo que las empresas reciben no son situaciones de fondo en el banco sino disponibilidades equivalentes a la autorización para gastar de acuerdo con el plan financiero aprobado, que se registran en el banco en cuentas separadas para salarios y para otros gastos. Esta segregación permite un fácil control del fondo de salarios, que no es dable en el sistema de «autogestión financiera» tal como se concibe actualmente en Cuba."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964 - La banca, el crédito y el socialismo, marzo de 1964
El Che criticaba del otro sistema el uso del dinero "como instrumento indirecto de control, ya que son estos fondos los que le permiten operar a la unidad". Es decir, lo que él llamó "compulsión financiera". Frente a ella propuso un criterio de tipo administrativo antes que financiero:
"Hay una cosa que nosotros tenemos que tener presente. ¿Acaso, señores, la masa obrera de una fábrica norteamericana tenía algún cariño por el dueño? Absolutamente ningún cariño, y ¿había una vigilancia policial para vigilar la producción? No la había porque hay una serie de mecanismos administrativos que hacen que el señor obrero que se descuida gane menos, reciba en su propio cuerpo la medida de su falla, tranquilamente, y así separar a cualquiera que cometa errores; de manera que no es ningún secreto vigilar la buena marcha de un centro de trabajo."
Reuniones bimestrales, 10/03/1962
A su vez, Guevara negaba la utilización del crédito bancario para el fomento de las empresas, tal como lo aplicaba el sistema de la "autogestión financiera". En eso el sistema del Che era cerrado, al no aceptar ningún tipo de relación mercantil, o la obtención de beneficios, entre empresas estatales.
"El financiamiento a una empresa se realiza, por un lado, para compensar, a los efectos de la contabilidad y control social, a otra empresa por el trabajo materializado; y por otro lado, para retribuir el trabajo vivo agregado a cada proceso de la producción social. Si el primero de estos actos es formal y sin contenido económico, ya que es compensatorio; y si el segundo es la entrega del salario al trabajador, que se realiza después de haber sido empleada su fuerza de trabajo en la producción de valor de uso, ¿cuál es la conclusión que se deriva de estas premisas?: que es el trabajador el que efectivamente da crédito."
La banca, el crédito y el socialismo, marzo de 1964
Otro punto de desencuentro entre el ideario económico del Che y el sistema de la "autogestión financiera" lo constituyó la relación entre estímulo material y conciencia. En este sentido la postura del "guerrillero heroico" fue de mayor intensidad en la certeza del socialismo, pues ésta debía prescindir de las nociones capitalistas para su desarrollo.
"Para los partidarios de la «autogestión financiera» el estímulo material directo, proyectado hacia el futuro y acompañando a la sociedad en las diversas etapas de la construcción del comunismo, no se contrapone al "desarrollo" de la conciencia; para nosotros sí. [...] Nosotros afirmamos que en tiempo relativamente corto el desarrollo de la conciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material, y lo hacemos basados en la proyección general del desarrollo de la sociedad para entrar al comunismo, lo que presupone que el trabajo deje de ser una penosa necesidad para convertirse en un agradable imperativo."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964
Este factor de la conciencia era vital, según Guevara, para construir una economía socialista. Y contenía también la explicación para entender porqué el tránsito al socialismo podía realizarse en países subdesarrollados o periféricos. En su polémcia con Bettelheim –registrada en "La planificación socialista, su significado"-, este erudito marxista había planteado que las relaciones de producción socialistas no podían implementarse sin las fuerzas productivas necesarias. Era un mal pronóstico para la Revolución Cubana. El Che respondió:
"¿Cómo se puede producir en un país colonizado por el imperialismo, sin ningún desarrollo de sus industrias básicas, en una situación de monoproductor, dependiente de un solo mercado, el tránsito al socialismo? [...] ¿Qué sucede? Que la vanguardia de los movimientos revolucionarios, influidos cada vez más por la ideología marxista-leninista, es capaz de prever en su conciencia toda una serie de pasos a realizar y forzar la marcha de los acontecimientos, pero forzarlos dentro de lo objetivamente posible [...] Y que esta conciencia de hoy es el producto del desarrollo de todas las fuerzas productivas en el mundo y el producto de la enseñanza y educación de la Unión Soviética y los demás países socialistas sobre las masas de todo el mundo [...] Las esperanzas en nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas".
La planificación socialista, su significado, junio de 1964
Sobre la manera de reglamentar el trabajo en la nueva sociedad, ambos sistemas también se apartaban del acuerdo:
"Las empresas del «cálculo económico» usan el trabajo normado a tiempo y el trabajo por pieza o por hora (a destajo); nosotros estamos tratando de llevar todas nuestras fábricas al trabajo normado a tiempo, con premios de sobrecumplimiento limitados por la tarifa de la escala superior [...]"
La planificación socialista, su significado, junio de 1964
Se agregaron después los estímulos morales para la incentivación del trabajo, como ser la emulación. En síntesis, la polémica del Che con los partidarios de la "autogestión financiera" era, en el fondo, una cuestión de fortaleza ideológica: cómo hacer una economía y una moral socialistas sin recurrir a los valores del capitalismo -como ser los estímulos materiales o el uso de la ley del valor-, y sin caer en un mero fin distribucionista de las riquezas.

El Che contra la ley del valor

Ernesto Guevara negó categóricamente el uso de la ley del valor en la construcción de la nueva sociedad, porque dicha norma era la base de la enajenación del trabajo humano. En efecto, Karl Marx estudió la manera en que el dinero se convierte en capital, y el proceso de valorización que los productos adquieren en el capitalismo. Sobre ello tratan los capítulos IV y V del primer tomo de "El capital" de 1867.
La mercancía es la forma elemental de la riqueza capitalista. Ello es así porque toda mercancía es una unidad de valor de uso y de valor de cambio: posee tanto la característica de satisfacer alguna necesidad humana (a eso se le llama "valor de uso"), como la posibilidad de ser cambiada por otra mercancía -constituyendo su "valor de cambio" o simplemente "valor"-. Por ejemplo, el dinero tiene valor de uso cuando se lo consume comprando cosas, dando lugar así a su valor de cambio. Guevara anotó que esta duplicidad de la mercancía era una unidad dialéctica:
"¿Qué es el valor? A mi juicio, si algún sentido consistente vamos a dar a la categoría valor, no podemos dejar de apreciar que la misma enmarca (o mejor, expresa) una relación. En primer lugar, que es una medida y, como tal, expresa una relación; y en segundo lugar, que es consecuentemente una categoría creada por el hombre bajo determinadas circunstancias y con determinado fin, enmarcado en al ámbito de las relaciones sociales desarrolladas por él [...] Sucede que sin valor de uso no existe valor [de cambio], así como no se puede concebir valor de uso sin valor [de cambio] -salvo algunas fuerzas de la naturaleza-".
Sobre la concepción del valor, octubre de 1963
Ahora bien, ¿cómo circulan las mercancías? Marx registró que lo hacían de dos maneras: cuando se vende para comprar, y cuando se compra para vender. La primera la graficó como M-D-M, es decir, convertir una Mercancía en Dinero para luego obtener una nueva Mercancía equivalente: Vendo unos zapatos y con el dinero compro vinos, por ejemplo. Su finalidad última es el consumo, satisfacer alguna necesidad, o sea, el valor de uso.
Por el contrario, el otro circuito (D-M-D) consiste en cambiar Dinero por una Mercancía para, más tarde, convertirla otra vez en Dinero. Aquí es donde Marx distingue la circulación del dinero como capital y como simple dinero: Compro para vender más caro.
"Este incremento o excedente que queda después de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvalía (surplus value). Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital."
Karl Marx, El capital, Tomo I, capítulo IV.
Esta circulación del dinero en cuanto capital tiene por fin, entonces, al valor de cambio mismo y no al valor de uso.
"La circulación de mercancías es el punto de partida del capital. Producción de mercancías y circulación de mercancías desarrollada, comercio, constituyen los presupuestos históricos con los cuales surge el capital [...] El poseedor de dinero es capitalista en cuanto es portador consciente de ese movimiento. Su persona o, por mejor decir, su bolsillo es el punto de partida y el punto de regreso del dinero [...] Así, pues, el valor de uso no se debe tratar nunca como finalidad inmediata del capitalista. Tampoco cada ganancia particular, sino el movimiento incesante de ganar. Este impulso absoluto al enriquecimiento, esta apasionada caza del valor es común al capitalista y al atesorador, pero mientras que el atesorador no pasa de ser un capitalista necio, el capitalista es el atesorador racional. El incesante aumento del valor a que aspira el atesorador intentando salvar el dinero de la circulación lo consigue el capitalista, más listo, entregando ese dinero una y otra vez a la circulación."
Karl Marx, El capital, Tomo I, capítulo IV.
Pero con mercancías de distintas calidades, ¿cómo cambiarlas, con qué criterio? La esencia común de cualquier mercancía es el trabajo humano. Marx estableció que el trabajo era la base del valor, es decir, la medida que permitía intercambiar mercancías de distintas cualidades. Así, en la sociedad industrial, el "contrato de trabajo" constituye un intercambio de valores: salario a cambio de fuerza de trabajo; esto es, que el capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero, por un salario que le permita a éste valerse de los medios de subsistencia necesarios para vivir y reproducir la fuerza de trabajo (tener hijos o prole –de ahí el término "proletarios"-). Como todo valor de uso, éste se consume: el obrero consume el salario, el capitalista consume la fuerza de trabajo del obrero aplicándola a las máquinas y en los otros medios de producción. Pero esa relación esconde, según Marx, la base de la producción capitalista: la plusvalía. En efecto, mientras el del obrero es un consumo improductivo, el del capitalista es un consumo consistente en trabajo –base del valor-, es decir, en nueva producción, porque el valor de uso del obrero consiste en agregar valor de cambio al producto final. Pero éste producto final no pertenece al obrero sino al dueño del capital. Así, de la igualdad formal del "contrato de trabajo" se genera una desigualdad real en favor del dueño de los medios de producción.
Mercancía, valorización y plusvalía son, entonces, elementos esenciales de la ley del valor estudiada por Marx. El Che, en su polémica con el sistema de autogestión financiera, criticó que los partidarios de dicho sistema aceptasen el uso "consciente" de la ley del valor para la construcción de la sociedad comunista. Sobre este tema Guevara expuso sus nociones acerca de las características que debía adoptar el tránsito al socialismo.
"Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no pueda determinarse de antemano, pero las características del período de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a la nueva etapa. La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964
El Che quería "liquidar" los conceptos capitalistas no por medio de la supresión, sino más bien a través de un proceso de extinción, forjado por el trabajo esclarecido de las masas y la dirección centralizada de la economía. En ello residía lo esencial de su enfoque económico marxista: crear valores a través del trabajo, pero no mercancías; ser productores, pero no explotados.
"Nosotros consideramos que el paso de un taller a otro, o de una empresa a otra en el sistema presupuestario desarrollado, no puede ser considerado como un acto de cambio; simplemente un acto de formación o agregados de nuevos valores mediante el trabajo. Es decir, si la mercancía es aquel producto que cambia de propiedad mediante un acto de cambio, al estar dentro de la propiedad estatal todas las fábricas, en el sistema presupuestario -donde no se produce este fenómemo-, el producto solamente adquirirá características de mercancía cuando, llegando al mercado, pase a manos del pueblo consumidor."
Sobre la concepción del valor, octubre de 1963
Por ello el plan económico del Che no recurrió a las categorías del capitalismo, y sólo aceptó la vigencia de la ley del valor como un factor residual de la vieja sociedad. Aquí aparece una postura realista y, a la vez, optimista del Che, sabedor de las limitaciones que tenía la revolución para establecer la nueva sociedad y, por eso mismo, confiado en alcanzarlas.
"Negamos la posibilidad del uso consciente de la ley del valor, basado en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre productores y consumidores; negamos la existencia de la categoría mercancía en la relación empresas estatales, y consideramos todos los establecimientos como parte de una única gran empresa que es el Estado (aunque, en la práctica, no sucede todavía así en nuestro país). La ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución; podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista."
Sobre el sistema presupuestario de financiamiento, febrero de 1964

Polémicas con la Alianza para el Progreso y con los países socialistas
Contra la Alianza para el Progreso

En distintos foros internacionales Ernesto Guevara mantuvo una postura clara y cuestionadora hacia los líderes de la "guerra fría". La raíz de esa actitud era política y económica: el intercambio desigual que sufrían los países subdesarrollados frente a los países industriales. Ello tenía que ver con la irregular distribución de riquezas que el orden capitalista había ocasionado.
"{Si} el proceso de desarrollo de los países actualmente subdesarrollados y el de los países industriales se mantuviera en la misma proporción, los subdesarrollados tardarían 500 años en alcanzar el mismo ingreso por habitante de los países desarrollados [...] si se mantenía el sistema de inversiones privadas directas del extranjero, no se iban a poder lograr las bases necesarias para establecer de verdad el derecho a empezar que tienen los pueblos de América, el derecho a establecer las bases de una economía sana que permitiera ritmo elevado de crecimiento".
Conferencia de Punta del Este, 1961
Es por eso que el Che denunció al imperialismo de los EE.UU. como causante del atraso en Latinoamérica, y también como falso salvador del mismo. Ése fue el móvil que Guevara supo ver en la "Alianza para el Progreso", la estrategia de ayuda de la administración Kennedy a los países de la región.
"Hemos denunciado a la Alianza para el Progreso como el vehículo destinado a separar al pueblo de Cuba de los otros pueblos de América Latina, a esterilizar el ejemplo de la revolución cubana y, después, a domesticar a los pueblos de acuerdo con las indicaciones del imperialismo"
Conferencia de Punta del Este, 1961
Ernesto Guevara entendía que era inservible y engañosa cualquier "ayuda" que no reformulase el desigual desarrollo mundial. Porque los países "pobres", en realidad, producían riquezas que se giraban a los países "ricos". La Alianza para el Progreso no se alejaba de esta lógica perversa del capitalismo internacional.
"Mientras los préstamos no llegan, o llegan destinados a proyectos que poco o nada contribuyen al desarrollo industrial de la región, se transfieren cantidades crecidas de divisas hacia los países industrializados, lo que significa que las riquezas logradas con el trabajo de los pueblos que en su mayoría viven en el atraso, el hambre y la miseria, son disfrutadas por los círculos capitalistas. Así, en 1961, de acuerdo con las cifras de la CEPAL, salieron desde América Latina por concepto de utilidades de las inversiones extranjeras y remesas parecidas, 1.735 millones de dólares; y por concepto de pagos de deudas externas a corto y largo plazo 1.456 millones de dólares. Si a esto se agrega la pérdida indirecta en el poder de compra de las exportaciones (o deterioro de los términos del intercambio) ascendente a 2.660 millones de dólares en 1961, y 400 millones por la fuga de capitales, se tiene un volumen global de más de 6.200 millones de dólares, es decir, más de tres Alianzas para el Progreso anuales".
Conferencia mundial de comercio y desarrollo de la ONU, Ginebra, 1964
Pero la desconfianza del Che hacia la Alianza para el Progreso no era caprichosa o irracional. Antes bien, fue profética: constituyó la receta económica ofrecida por décadas a muchos gobiernos latinoamericanos, que los integró al mundo occidental sin alterar las bases de la explotación.
"Se ha establecido explícitamente que esos préstamos irán fundamentalmente a fomentar la libre empresa. Y como no se ha condenado en ninguna forma a los monopolios imperialistas asentados en cada uno de los países de América, en casi todos, es lógico suponer también que los créditos que se acuerden servirán para desarrollar los monopolios asentados en cada país. [...] En el régimen de libre cambio en que casi todos los países de América viven, esto significaría mayor exportación de capitales hacia los Estados Unidos, de tal forma que la Alianza para el Progreso, en definitiva, se convertíría en el financiamiento por parte de los países latinoamericanos de las empresas monopolistas extranjeras".
Conferencia de Punta del Este, 1961
Contra los países socialistas

El triunfo de la Revolución Rusa en 1917 y los cambios iniciados desde entonces, significaron para el Che el advenimiento de una oleada revolucionaria, especialmente en los países en vías de desarrollo. Para facilitar el camino de los pueblos en su liberación, había que vincular las situaciones internas y externas. Así, la táctica de la insurgencia guerrillera buscaba crear las condiciones revolucionarias en cada país colonizado, como la experiencia de Cuba y Vietnam. Pero una vez alcanzada la toma del poder, e iniciada la senda de la revolución, el Che priorizó los factores externos para impedir cualquier tipo de desigualdad en el campo socialista. En este sentido, Guevara estuvo más cercano al bloque de países del Tercer Mundo que al de los países socialistas europeos, impropiamente rotulados como "socialismo real".
"El desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de su liberación, debe costar a los países socialistas. [...] Creemos que con este espíritu debe afrontarse la responsabilidad de ayuda a los países dependientes y que no debe hablarse más de desarrollar un comercio de beneficio mutuo basado en los precios que la ley del valor y las relaciones internacionales de intercambio desigual, producto de la ley del valor, oponen a los países atrasados. ¿Cómo puede significar ‘beneficio mutuo’, vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimiento sin límites a los países atrasados y comprar a precios del mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial."
Discurso en el segundo seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965
El tema del intercambio desigual ya había sido tratado por Karl Marx. Éste sostuvo que el comercio colonial permitía a los países desarrollados vender mercancías por encima de su valor, aunque más baratas que los países competidores. Ello maximizaba la cuota de ganancia. El Che propuso una nueva ética entre los países subdesarrollados que inicien el cambio revolucionario, y los países socialistas europeos.
"Un gran cambio de concepción consistirá en cambiar el orden las relaciones internacionales; no debe ser el Comercio Exterior el que fije la política sino, por el contrario, aquel debe estar subordinado a una política fraternal hacia los pueblos"
Discurso en el II seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965
Es decir, la práctica de la cooperación económica con inspiración socialista. La propuesta guevarista se nutrió, así, del más puro internacionalismo.
"Nuestro razonamiento es que las inversiones de los estados socialistas en su propio territorio pesan directamente sobre el presupuesto estatal, y no se recuperan sino a través de la utilización de los productos en el proceso completo de elaboración hasta llegar a los últimos extremos de la manufactura. Nuestra proposición es que se piense en la posibilidad de realizar inversiones de ese tipo en los países subdesarrollados. De esta manera se podría poner en movimiento una fuerza inmensa, subyacente en nuestros continentes que han sido miserablemente explotados pero nunca ayudados en su desarrollo y empezar una nueva etapa de auténtica división internacional del trabajo basada, no en la historia de lo que hasta hoy se ha hecho, sino en la historia futura de lo que se puede hacer".
Discurso en el II seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965
La expresión "historia futura" reflejaba la convicción del enfoque: Algo que se avecinaba, pero que dependía de la voluntad del presente. Esta entrega a los tiempos futuros fue prueba fiel del humanismo que el Che profesó en sus tesis económicas, ya que desde el subdesarrollo era factible el tránsito al socialismo.
"Los Estados en cuyos territorios se emplazarán nuevas inversiones tendrían todos los derechos inherentes a una propiedad soberana sobre los mismos sin que mediare pago o crédito alguno, quedando obligados los poseedores a suministrar determinadas cantidades de productos a los países inversionistas, durante determinada cantidad de años y a un precio determinado."
Discurso en el II seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965
El único requisito consistía en sumar al Tercer Mundo a la lucha contra el imperialismo, bajo la certeza de liberarse de la enajenación que el capitalismo había impuesto tras siglos de existencia.
"El desarrollo de los subdesarrollados debe costar a los países socialista; de acuerdo. Pero también deben ponerse en tensión las fuerzas de los países subdesarrollados y tomar firmemente la ruta de la construcción de una sociedad nueva –póngasele el nombre que se le ponga- donde la máquina, instrumento de trabajo, no sea instrumento de explotación del hombre por el hombre."
Discurso en el II seminario económico de solidaridad afroasiática en Argelia, 24/02/1965

Che pensador económico
"Productividad, más producción, conciencia; esa es la síntesis sobre la que se puede formar la sociedad nueva."
Discurso pronunciado en homenaje a obreros que superaron la producción y a trabajadores de la R.D.A., 27/10/1963
A través de esta selección de documentos pudimos acercarnos a una parte del pensamiento guevarista. Desde allí surge la convicción permanente que Ernesto Guevara tenía en sus diversas intervenciones, en todo lo que decía: la idea de una organización y una administración racional y socialista de las empresas, sin producción de mercancías, sino de bienes para el desarrollo económico era posible. Para, desde allí, poner la semilla hacia una sociedad sin explotadores ni explotados. Ésa sola certeza -con sus obstáculos, con polémicas, con los errores del proceso - justificaba para el Che la revolución en Cuba, y no sólo en Cuba.

Perón en caricaturas. La mirada gorila

Breve, ágil y mordaz, la caricatura política expresa una línea ideológica tan clara -y a la vez siempre tan creativa- como un manifiesto o una proclama. Es que afinando el lápiz para los dibujos se cargan tintas sobre lo criticable que tiene todo régimen, y que no se reduce solamente a los presidentes o a los personajes destacables del momento: ensayan una visión de la realidad, un criterio de diferenciación política, que llega a ser también social y cultural. 
La caricatura política durante los años de gobierno de Juan Domingo Perón en Argentina (1946-1955) fue ejemplo de ello, y a través de esas manifestaciones -generalmente de un recuadro, y acompañado de pequeños diálogos-, se deja entrever la ironía, la mirada burlona y ridiculizante hacia ese sistema populista. Es decir, se construye una valoración subjetiva de quienes se critica, una representación de ellos. Justamente este lado de la caricatura política mueve estas líneas, aunque de seguro sin la soltura de quienes intentaron -mediante esbozos mejores que otros-, simbolizar un momento político: pensar en chanza. ¿O acaso mofarse de la política no es hacer política de veras? 

El peronismo se enrola en los movimientos nacionales y populares del siglo XX, cuya filiación ideológica contiene elementos diversos: van del socialismo, el nacionalismo económico, hasta la Doctrina Social de la Iglesia católica. Cuando asumió la presidencia en 1946, Juan Domingo Perón contaba con una breve pero intensa carrera política: sólo tres años antes había ingresado al gobierno de facto de ese entonces desde el relegado Departamento Nacional de Trabajo. 
En ese poco tiempo había alcanzado mucho: un ministerio renovado (la memorable «Secretaría de Trabajo y Previsión» con toda una obra legislativa en favor de los trabajadores), el apoyo incondicional de centrales sindicales, el ministerio de guerra y la vicepresidencia. Los sucesos del 17 de Octubre de 1945 (la movilización de los obreros a la Plaza de Mayo exigiendo el rescate de Perón, preso por una crisis de gobierno) le dieron un protagonismo único en el país por treinta años, hasta su muerte de 1974.

El peronismo tiene olor a grasa

Era lógico que su doble condición de militar y líder obrero fuera asociado inmediatamente a la experiencia nazi-fascista europea. O al menos eso fue lo recurrente en las caricaturas. Así, el dibujante Riva refleja aquel momento donde se evaluarían las cualidades políticas del flamante presidente. En una caricatura de la publicación «Cascabel» en 1946, aparece Perón iniciando un camino de dos sendas, cuyos nombres son «dictadura» y «democracia», sobre las que apoya esforzadamente un pie en cada una. «Por ahora vas bien» es el título, y tal parece ser el comentario del personaje de bigotes blancos -Hortensio Quijano-, el vicepresidente.  






Otras caricaturas evidencian el clima político del momento y se tiñen de una ironía muy particular, pues sus mensajes nos ponen «en sintonía» con el ánimo del dibujante. Tal es el caso de Flax, uno de los eminentes del humor gráfico en Argentina. Comentaremos apenas dos dibujos de él, ambos del lapso en que Perón estaba en campaña electoral para la presidencia. En el primer dibujo, dos hombres realizan una pintada partidaria; uno escribió «Perón» sobre una columna cuando debió pintar el apellido del candidato opositor, José Tamborini. En el otro dibujo, por su parte, aparecen dos hombres, uno de pie y el otro sentado en una silla de playa, en donde éste último informa que no trabaja más porque es «laborista». 




La mirada sutil de esas caricaturas nos muestra, primero, lo brutal del personaje de la pintada (había escrito «Perón» porque «Tamborini» era muy largo), asociado al nombre de la pared. Ésta relación brutalidad-peronismo aparecerá en varias caricaturas contrarias al régimen, como veremos más abajo. 
Y, en segundo término, el otro dibujo: aquí el ánimo burlón está centrado en el «laborista», que pasó de trabajador a legislador, es decir, a «no trabajar». Perón, precisamente, había sido el candidato del Partido Laborista (disuelto al poco tiempo). Y entonces la humorada del líder obrero que no hace trabajar a su gente es sugestivamente ideológica. En efecto, en ella se expresa lo nuevo como algo extraño o contrario a lo que se espera de un legislador. Los nuevos que ingresan a la política no pertenecen, en realidad, a ella. «Los laboristas no laboran», sería la paradoja. Y los «laboristas» eran peronistas. En una palabra: parásitos, desde esa interpretación sesgada.
Estas visiones hacia los peronistas como ellos, esto es, ser estereotipos de un grupo social y culturalmente distinto y distante, es notoria en la figura del «descamisado».  


Se tratata de una suerte de sans-culotte del peronismo, o al menos es lo que sugiere la caricatura de «Cascabel», donde dos personas «bien» comentan del siniestro personaje que enarbola una camisa, cuchillo en mano:  

«-Y esa bandera, ¿a qué Estado representa? 
-Al estado de sitio.»  

Ellos son brutales, feos e ignorantes en las caricaturas. «Invadieron» la casa y la tomaron, como el cuento que Julio Cortázar escribe para la misma época: «Casa tomada».

La zanahoria peronista

Las imágenes del peronismo en las caricaturas de los años '40 y '50 fueron desglosando los aspectos del régimen más irritables para los grupos críticos al gobierno. En el caso de los socialistas, desde la publicación «La Vanguardia» -censurada y después editada en Uruguay a partir de 1951-, fueron comunes las que denunciaban la falta de mérito del peronismo como propuesta obrera. 
Así, en la titulada «Viejo truco», un burro hipnotizado y atolondrado persigue una zanahoria -atada al extremo de un palo que tiene en su lomo-, sin notar que se dirige hacia un barranco donde una fiera, sigilosa, sale de su cueva a esperar la presa. El autor se llamó José Antonio Ginzo (1900-¿?), y usaba el seudónimo de Tristán. La caricatura tiene inscripciones bien precisas: «trabajadores incoscientes» sobre el burro, «promesas» cerca de la zanahoria, y cruces esvásticas en el cuerpo de la fiera. No está aquí la ironía de Flax, sino más bien una alegoría al fenómeno de masas que venía gestándose en Argentina, cargado de una impronta ideológica de denuncia: el obrerismo peronista es una trampa.


Podemos destacar dos aspectos de esa construcción, a través de los dibujos de los animales. Primero, el burro: animal que socialmente se asocia a la torpeza, lo bestial e irracional, y que aquí refiere a los trabajadores. Justamente era un argumento de los socialistas la demagogia que Perón ejercía sobre los migrantes internos, sin representación política ni militancia sindical alguna. Nada de conceptos como «lucha de clases» o «internacionalismo proletario» en ellos : simplemente son «inconscientes» que se dejan engañar con «promesas» del gobierno. Y lo segundo, la fiera nazi, es decir, el viejo truco que había resultado con los obreros de la Alemania de Hitler, luego de la frustrante experiencia en la república de Weimar. (La acusación al peronismo como régimen «nazi-fascista» fue común en todo el arco político opositor del momento) 


¡ BIBA LA ALPARGATA !


En varios dibujos se tocó también el otro tema sobre el que pesaron las críticas al gobierno peronista: la falta de libertad de pensamiento, en especial en el ámbito universitario. En efecto, en «Alpargatas sí, libros no» Tristán alude nuevamente a una categorización ideológica del régimen, utilizando el recurso de las inscripciones y de determinadas referencias dibujadas. Por ejemplo, el personaje semi-humano, con orejas de burro y lentes con esvásticas, que hojea un manual de doctrina peronista, pisoteando la ley; los retratos de Perón y Evita (el primero esquematizado en algo parecido a una boca de pato, y la segunda con atuendos de reina).  
En cuanto a las inscripciones que aparecen, algunas eran de uso oficial en la radio e integraban la propaganda oficial («Perón cumple. Evita dignifica»). Otras reflejan el clima de prejuicios del momento: «Haga patria, mate un estudiante» -por ejemplo-, junto a la consigna antinómica que da título a la caricatura («¡Alpargatas sí, libros no!»). 
Casualmente -o nada casualmente- hallamos otra caricatura con el mismo título, publicada en «Antinazi» -todo un sello ideológico-, donde los recursos son más irónicos: en una vidriera se exponen «libros», que son en realidad botas, alpargatas estropeadas y pies desnudos y peludos, con los nombres de algunos literatos y ensayistas nacionalistas del momento, a la sazón, afines al peronismo para el dibujante (Manuel Gálvez, Pedro Echagüe, Carlos Ibarguren, Gustavo Martínez Zuviría). La desopilante «librería» lleva el logotipo de un pie con una pluma entre los dedos. 


Ciertamente, el valor de la cultura letrada fue el rasgo que pretendía «separar aguas» entre lo peronista y lo no-peronista. Era una distinción no sólo política sino también cultural que, al estilo del pensador Domingo Faustino Sarmiento, buscaba revalidar la antinomia de la «civilización» y la «barbarie», provenientes del planteo ideológico liberal del siglo XIX. Para Sarmiento el primer concepto equivalía al «progreso», y abarcaba una serie de medidas liberales (fortalecimiento de la autoridad estatal, apertura al mercado externo, inversiones extranjeras, inmigración, secularización, entre otras). La «barbarie» era, por el contrario, el «atraso», que culturalmente se presentaba como «lo hispánico»: el caudillismo rural, el fetichismo religioso, la vida monótona que se desenvolvía en el «desierto». Es en el peronismo donde reaparece ahora, para los caricaturistas, la «barbarie». En efecto, fue siguiendo esa línea que Tristán anotó en el anterior dibujo, sobre el lomo de su personaje, « !Biba Rosas¡ » -con errores de ortografía y los signos de exclamación mal ubicados-, para destacar la filiación histórica del peronismo (de la que no renegaron -ni reniegan- los peronistas): los tiempos de Juan Manuel de Rosas, caudillo y gobernador de la provincia de Buenos Aires, que manejó el poder entre 1829 y 1852, apelando incluso a una dictadura plesbiscitaria. 
Las otras caricaturas que refieren a la falta de libertades bajo el peronismo son de Oski y Tristán. La primera apareció en la publicación «Cascabel», y refleja el ambiente común durante los años '45 y '46 de las ocupaciones estudiantiles en las universidades.  


Allí, un hombre que lee un libro en su balcón arroja a la cabeza de un vigilante un pan, éste rebota y va a parar a las manos de una señora, que lo recibe un piso arriba. Abajo y arriba de los personajes hay inscripciones que aluden a Perón: «Muera el que te dije». 
La de Tristán muestra a un Perón representado como jinete militar, con laureles en la cabeza, mirada dura y distintivos nazis. Tiene también una lanza con una cruz en un extremo, y está arremetiendo a tres mujeres que intentan detenerlo. Son ellas «universidad», «libertad sindical» y «prensa libre». A un lado yace moribunda otra mujer («ley 1420»), que simboliza la ley de educación gratuita, obligatoria y laica sancionada en 1882. La fuerza, lo clerical y lo nazi de un lado; las libertades individuales, del otro. 


Pese a esta interpretación típicamente decimonónica -donde el «enemigo de las ideas» era el clero- tiempo después, y previo al golpe de estado contra Perón en 1955, sería la Iglesia Católica la que algutinaría a todo el arco anti-peronista, cuando las relaciones con el estado se rompieron de manera irreconciliable. Socialistas, comunistas y católicos desfilaron juntos en ese momento contra el peronismo. 
Para completar la paradoja, digamos que si bien durante los años del peronismo «clásico» (1946-1955) los universitarios fueron opositores al régimen, será ese mismo ámbito el que dará origen, al calor de los convulsionados '60 y '70, a una nueva generación que levantará consignas populistas y revolucionarias en torno al '73, esto es, cuando el retorno de Perón a Argentina luego de dieciocho años de proscripción y exilio. 

Perón cumple a medias

Los modelos económicos ensayados bajo la administración peronista también recibieron la mirada caricaturesca. No había pasado mucho tiempo del estreno en Argentina de la planificación estatal (los primeros planes datan de los años '30); y fue con la asunción de Perón que esta preocupación adquirió una precisión temporal: los planes debían ser «quinquenales». Así, existieron dos planes quinquenales entre los años 1946-1955, profusamente difundidos por los medios oficiales. El primero tuvo un marcado signo industrialista, con una fuerte intervención del estado como empresario. Fueron los años dorados del peronismo, con una redistribución de las riquezas -acumuladas durante la Segunda Guerra Mundial- en favor de los sectores populares. El segundo plan quinquenal, en cambio, fue más austero y volvió a darle importancia a las producciones tradicionales (agro-ganaderas), a la vez que demostró los límites de la industrialización sustitutiva, demasiado dependiente de los insumos importados, con subsidios que eliminaban la competencia y, por tanto, la modernización tecnológica. 

Es nuevamente Tristán el que nos muestra una visión del tema en «La Vanguardia»: Perón, de pie sobre el coche presidencial y secundado por una escolta de motos, transita por una avenida de fachadas industriales donde cuelgan carteles de «Perón cumple».

 
Por detrás de estas hay vacas y campos abiertos; incluso, en un costado, se ve a un hombre que introduce troncos en un fogón para crear humo en la chimenea, y simular la marcha de la «fábrica».

El mismo Tristán también nos anuncia el final de la euforia económica para el régimen: el Perón de laureles en la cabeza está ahora ordeñado una vaca que lleva la inscripción «1947», al tiempo que se vienen otras notoriamente flacas de los años sucesivos.
Otras dos caricaturas aparecidas en «Cascabel» refieren humorísticamente los problemas de abastecimiento: en la primera de ellas aparecen personajes de galera y cigarros que observan desde un telescopio los productos de primera necesidad; en la otra, un inmigrante comenta que se fue de su país por la escasez de comida, mientras aguarda obtener papas en una larga fila. 


"-Sí, nos vinimos de Italia porque allí escaseaba la comida."
 
Es que hubo improvisación y mala suerte en los efectos de los planes peronistas. Por un lado, los aumentos salariales intensificaron explosivamente el consumo, lo que produjo desabastecimiento. A su vez, desde el año '49 y hasta el '53 una prolongada sequía redujo la producción agraria y las exportaciones, con las consecuencias para los productos de consumo masivo (donde llegó a ofrecerse hasta pan negro en los comercios). De modo que la alusión de Tristán a la fachada industrial puede servirnos para simplificar -exageradamente- la cuestión: en Argentina, el capitalismo agrario-dependiente siempre estuvo por detrás de la industria.  
Como corolario de este tema, y con el tono satírico de las caricaturas de la época, nada mejor que la particular «opinión» de Cesar Bruto, en un personaje imposible: un chabacano, vestido con sobretodo y bastón, anotando sus impresiones sobre los precios en un estilo ridículo. Un grasita con lenguaje tilingo (para los no habituados a los argentinismos: alguien vulgar que se expresa en forma extravagante).
 
Esta fragmentaria muestra, y sus comentarios, no pretende agotar el tema, sino abrir un panorama vastísimo para el análisis de la caricatura política y sus relaciones con las imágenes sociales durante el peronismo. A la vez, nos invita a agradecer aquellos dibujantes que, bajo censura, se tomaron la libertad de jugar con caricaturas (Pero jugar en serio).